martes, 8 de septiembre de 2015

TODO, MENOS LA VERDAD

Las conductas disociales y antisociales, la drogadicción, el matoneo o bullying, el embarazo adolescente, el parricidio, etc. son siempre en todo caso noticias que sorprenden y conmueven a la sociedad en general. 

En cada noticia, una historia particular y un tejido de relaciones en donde el síntoma cobra mayor protagonismo; éste se visibiliza, se juzga, se castiga o se condena junto a la persona que lo lleva a  cuestas dejando de lado, quizás; los multifactores sumatorios y en gran manera, responsables del fatal desenlace.

Con lo anterior, no se exime la responsabilidad penal que debe asumir quien comete una acción y su consecuencia; solo cavilo en aguas profundas que pocos valientes suelen explorar, ver y asumir en las propias historias de vida.

El parricidio, delito que estremece en este momento el país y que refiere al que da muerte a su padre, madre, hijos o cualquier otro descendiente / ascendiente o con quien se comparte vida marital en consciencia de tal vínculo o consanguinidad es un evento doloroso que moviliza pensamientos y sentimientos de señalamiento inmediato en su gran mayoría hacia quien cometiendo el acto da muerte a sus progenitores.

Salvaguardar el cuarto gran mandamiento es la evidente y unánime acción colectiva; pocos se detienen a pensar en el caso de los niños, niñas y adolescentes que cometen el delito, en el mal trato crónico del que pudieren haber sido objetos por sus progenitores o cuidadores. En el impacto de los vínculos primales y las ambivalentes relaciones tempranas que tejen psicopatologías y en ellas, graves conductas relacionadas al abuso de drogas o sustancias psicoactivas. Sin dejar de lado, los posibles daños neuropsicobiológicos presentes en estos sujetos.


El maltrato sistemático, sutil y sublimado en la crianza y la educación patriarcal que apresa o roba la dignidad humana a fin de controlar, dominar y alienar a las criaturas puede ser encontrado en la exploración de las historias de vida. Bien expuso Alice Miller, "para que un niño maltratado no se convierta ni en un enfermo mental ni en un criminal, es necesario que encuentre al menos una vez en su vida a alguien que sepa que no es él quien está enfermo sino las personas que lo rodean. Únicamente de esta forma, la sociedad puede ayudar a salvar la vida de un niño o contribuir a destruirla"

Co-responsables silenciosos, cómplices en cierta manera rodeamos a los sujetos que desde su primera infancia y niñez resienten esperando la oportunidad de tener el poder con el que han sido cotidiana y progresivamente aplastados en los diversos escenarios. "Que más da hacer el mal, cuando se ha crecido escuchando que se es malo".   Cuando se ha sido preso de etiquetas y tratamientos, cuyos necesarios abordajes debieron ser para los adultos que rodeaban a las criaturas.


"Honra a tus hijos e hijas, para que más adelante no tengan que construir muros internos para protegerse del dolor pasado y no tengan que defenderse de enemigos fantasma con armas espantosas que podrían destruir el mundo" Alice Miller, llamó la atención en la importancia del respeto mutuo y en la responsabilidad que tiene la sociedad adulta para deconstruir su propia historia, encontrar la verdad personal, repararse, recuperar la identidad pérdida, abandonar la cárcel invisible y convertirse en una sociedad de seres responsables de si que puedan cuidar nuevas vidas.

Todo, menos la verdad. Falta autoridad y castigo dicen algunos, yo soy una persona de bien a pesar de los chancletazos y bofetadas dicen otros... Todo, menos la verdad.

Y cuando son los padres y madres los que asesinan a sus criaturas, situación históricamente permitida. El evento en la actualidad se señala, como la punta de un iceberg, un brote del circulo de desamparo, violencia y malos tratos que apresa nuestras historias desde la primera infancia.

Al parecer, bastan leyes y una condena ejemplar  a los sujetos que se dejan arrastrar por sus heridas. Mientras juzgamos los casos de violencia padre - hijos - madre nadie mira dentro de si y dentro de su casa como se tejen las relaciones humanas, como se teje el devenir humano en su foco primal.

El sufrimiento infantil no es poca cosa, es un grito apresado, una furia dormida en el ático de la psiquis humana.

¿Quién osará abrir la pequeña ventana y mirar adentro?

¿Quién osará entrar en esa puerta y ver su propio dolor?

Todo, menos la verdad hasta que esta nos aplaste con los síntomas de su existencia.

Saludos desde la ciudad bonita,

LILIANA CASTRO MORATO
Psicología y Educación desde lo Perinatal
Consultoría, Proyectos, Acciones, Educación.
Móvil/Whatsapp: 3165430801
Bucaramanga, Colombia