Gustavo Courbet. Los Picapedreros, 1599 |
Yendo en dirección a Chartres,
Péguy ve en un costado de la carretera a un hombre
que parte piedras golpeándolas con un mazo.
Su rostro expresa desdicha y sus gestos rabia.
Péguy se detiene y pregunta:
¿Señor que hace?,
"Ya ve usted", le responde el hombre,
"no he encontrado más que este oficio estúpido y doloroso"
¿Señor que hace?,
"Ya ve usted"
Un poco más adelante,
Péguy ve a otro hombre que también se dedica a partir piedras,
pero su rostro está sereno y sus gestos son armoniosos.
¿que hace usted? Señor, le pregunta Péguy.
"Pues ya ve, me gano la vida gracias a este cansado oficio
"Pues ya ve, me gano la vida gracias a este cansado oficio
pero cuento con la ventaja de estar al aire libre", le responde el hombre.
Algo más lejos, un tercer picapedrero aparece radiante de felicidad.
Sonríe al demoler la masa pétra y mira placenteramente las lascas de piedra.
¿Qué hace usted?; le interrogra Péguy.
¡Construyo una catedral!
Expone Boris Cyrulnik en su Libro El Amor que nos Cura lo siguiente:
La piedra desprovista de sentido somete al desdichado a lo real, a lo inmediato, que no permite comprender otra cosa más que el peso del mazo y el dolor del golpe. Por el contrario, quien tiene una catedral en la cabeza transfigura la piedra y experimenta la sensación de elevación y de belleza que provoca la imagén de la catedral, de la que se siente orgulloso.
Sin embargo, se esconde un misterio en el mundo íntimo de los picapedreros:
¿Por qué algunos tienen una cátedral en la cabeza mientras otros no ven más que piedras?
No deseo por el momento, exponer mis cavilaciones sino invitarles a todos y todas ustedes a compartir las suyas en la presente entrada.
Ya compartiré en una proxima entrada o una segunda edición de la presente mis pensamientos al respecto.
Iniciamos a cavilar juntos??
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