viernes, 25 de marzo de 2011

IMPOTENCIA, PODER Y CONTROL: La Pataleta de Santi

Salir con mis tres hijos es una aventura y mucho más en compañía de la abuela, la tía y las primas. Ya no son 3 sino 5 entre los diez y dos años, mucho para complacer pero también algunos puntos para limitar pues no alcanzaría lo que llevamos en la bolsa para sus pedidos.

Así que antes de salir de casa, acordamos a donde vamos a ir, que podemos hacer y así, rumbo a la aventura!

Vamos a juegos y diversiones y luego a comer alguna ricura, cada uno elegirá lo que le gusta!!

Todo estuvo sensacional pero con un momento que me lleva a hacer esta cavilación: Santi el menor de mis hijos hizo una monumental pataleta. Y si te escribo monumental fue porque asi lo percibió mi interior que nuevamente fue confrontado con el sentimiento de impotencia que dirige las conductas de poder y control que en casi todas las ocasiones rayan en maltrato infantil.

Su deseo de manejar el carrito del supermercado era tan grande que no divisaba que la sección de vinos y licores estaba muy muy cerca, y al sentir bloqueado su desplazamiento sin preambulo alguno y sin transacciones irrumpió en una pataleta que fue el centro de miradas de muchos en la plaza de comidas del supermercado!

Cómo prevenir y manejar una de ellas es explicada en artículos como éste en Bebés y más, la entrevista a Ramon Soler que me parece fabulosa y otros artículos de la web. Pero hoy quiero compartir sobre el sentimiento que debemos identificar como padres y madres, que sin claridad inunda y guia nuestras acciones.

LA IMPOTENCIA Y LA VERGUENZA.

El sentimiento de impotencia está envuelto siempre de una rabia interna generada por la frustración de no lograr el control sobre algo o alguien. Se hiere nuestro ego y narciso interior, que busca siempre ganar, destacarse y reconocerse, por tanto le molesta sentirse avergonzado.

Cuando un pequeño nos confronta con su pataleta, expresión libre espontánea de su personalidad en desarrollo y deseos, los padres y madres en general son inundados por la impotencia que no siempre es identificada, aceptada y elaborada adecuadamente.

Entonces, desafortunadamente guian la acción, conducida por la rabia y el deseo de dominio hacia mas pequeño: "soy yo quien mando no tu" "soy yo quien digo lo que hay que hacer no tu"

Al no darle a estos sentimientos el curso adecuado se despliegan en maltrato hacia el menor. Algunos padres y madres apresados de estos sentimientos que reviven inconscientemente sentimientos de su propia historia (su infancia) no actúan frente a la sociedad con maltrato, pero en oculto susurran al oído al menor " en casa recibirás castigo" descargando allí - en oculto - su rabia vengadora y saciando su narciso primario e irracional.

Es indispensable que los progenitores maduremos emocionalmente, y como expuso el Psicólogo Ramón Soler: "Para los padres - y madres - cada fase de la crianza es una oportunidad para mirar hacia dentro y conectar con partes nuestras que debemos sanar...."

Sin esto claro, no hubiera logrado solucionar la situación en el supermercado: mientras los demás menores disfrutaban de su comida favorita junto a su abue, tia y primas; Santi fue abrazado y llevado a espacio abierto, sus gritos se incrementaron por un momento, sin palabras inicialmente fue acompañado, jamás abandonado ni maltratado, se buscó un nuevo estímulo y con la llegada de su padre al encuentro generaron un cambio instantáneo de la situación, todo paso rapidamente y luego juntos en familia nos dirigimos a casa, sin mayores complicaciones.

Es importante que ambos progenitores conozcan ésta manera de entender las rabietas y pataletas de los hijos evitando choques en estilos de actuación frente a las mismas.

Los beneficiados son los niños y niñas cuando sus progenitores toman las riendas de su historia.

2 comentarios:

RAMON SOLER dijo...

Liliana, ¿qué puedo decirte? Solo me resta darte la enhorabuena por vuestra reacción y por tus reflexiones. Muy pocos padres se plantean estas cosas y siguen dejándose llevar por sus impulsos. Es normal que surjan sentimientos de vergüenza e impotencia (también te hablo por experiencia propia), pero deben servirnos para cambiar las rutinas transmitidas y mantenidas durante generaciones.

Tu análisis me parece sincero y acertado. Y la reacción, estupenda. Muchas veces, no hacen falta palabras, sino la compañía.

No sé qué pudo pasarle, quizás la excesiva estimulación de los centros comerciales, unida al ajetreo de la abuela, tía y primas, hizo que su nivel de estrés estuviera al límite. Y la situación del carrito le desbordó.

Enhorabuena, Liliana, y a seguir aprendiendo.
Un abrazo
Ramón

Petra Helm dijo...

Lili, asi lo hice con mi hijos cuando tenían alguna rabieta de pequeños. Llevarlos en brazos para sacarlos fuera de la situación que les causaba estrés,y como dice Ramón, una salida a un centro comercial con toda la familia puede superar el nivel de tolerancia de estrés de un niño pequeño (y el mio!!!!!) Es lo mejor que se puede hacer, sin darle explicaciones que en este momento no es capaz de entender,simplemente darle seguridad. Abrazos y besos.