lunes, 26 de junio de 2017

ACOMPAÑAR Y SOSTENER LA ADOLESCENCIA

La adolescencia, ese momento del curso de la vida que muchos consideran peligroso, patológico, difícil y/o riesgoso es un periodo de alta sensibilidad necesario para fluir en el continuum vital. 

Existe una basta literatura sobre esta etapa por lo que esta cavilación no se detendrá en sus características ni en la estadística epidemiológica de los sucesos que sobrevienen junto a ella.  Me propongo detenerme en la expresividad emocional propia de la edad y en la manera que como padres o madres agravamos, apaciguamos o sostenemos los enfrentamientos con los adolescentes.

Sin duda nuestros hijos e hijas adolescentes en este momento sensible deberán abandonar su base segura (si la tienen) para proseguir con su desarrollo. Esto implica reorganizar y resignificar las experiencias vividas en los años anteriores. Nada fácil si no se cuenta con un entorno que ofrezca la posibilidad de sosegar emociones para poder sentirlas genuinamente sin censura logrando comprenderlas para darle curso, sentido y un significado que sume y aquilate la existencia.   

Cavilemos en dos puntos:

EL RE - ENCUENTRO. Acercarnos al otro movidos por el placer y apetencia de otro cuerpo nos pone de frente con los recursos adquiridos previamente para relacionarnos, interactuar y amar. 

Si se ha contado con una base segura (relación con los cuidadores primarios accesible y  de respuesta incondicional a llamados de angustia como base de autonomía) el adolescente habrá introyectado una representación e imagen de sí mismo positiva que será una fortaleza yoíca más no una garantía para el desarrollo y goce posible de nuevas relaciones.

No obstante, las falencias en esta representación de sí trabará el deseo de avanzar, el pasado será una cadena pesada para el goce de los encuentros y deberá reconocerse, sentirse y soltar  para avanzar. Pues la dignidad (la genuina autoestima) es el capital más valioso de la interacción humana recíprocamente gozosa y respetuosa.

En este punto, el primer amor será una oportunidad resiliente para las y los adolescentes. Y la representación de sí tejida con todas las miradas y discursos previos de padres, madres y cuidadores primales nos llevarán a las experiencias más deliciosas o más dolorosas, osadas o temerosas, libres o presas de miedos en el adole-SER.

¿Y que haremos ahora los padres y madres?: Acompañar y sostener la adolescencia.  Aquilatar y aprovechar  cualquier espacio abierto espontáneo o coyuntural para sumar al capital cognitivo y afectivo dado o negado de manera respetuosa, no intrusiva o agresiva ni con culpas.

LA HIPEREXPRESIVIDAD. En este momento vital los enfrentamientos entre adolescentes y padres/madres se develan o se exacerban dada la intensidad de las emociones y las expresiones impetuosas que ponen fuera los sin sabores vividos aún en hogares funcionales. "Te odio", "muérete",  "que fastidio estar aquí", "déjenme en paz" esconden sentimientos que no deben censurarse, castrarse o condenarse sino más bien abrazar y acompañar para con ellos sostener a la persona que lo siente. 

Es probable que olas de ambivalencia  entre la sujeción y la rebeldía muevan sentires de momentos dolorosos de la primera infancia y niñez que como padres/madres hemos pasado por alto. Creemos hacer lo mejor para ellos sin preguntarles que es lo mejor para ellos. 

Por ello la manera en que vivimos los enfrentamientos nos muestra el tipo de vínculo que hemos tejido durante años.

Los adultos seguros y emocionalmente maduros no agravaran el enfrentamiento ni se sentirán descalificados en su rol parental, evitarán discursos llenos de chantajes, victimización o culpabilización. Podrán entonces, sostener, abrazar o acompañar aun en silencio la descarga emocional del adolescente para avanzar en ese u otro momento a la escucha y el dialogo abierto y en calma que permita reorganizar, nombrar y sentir el genuino afecto de parte y parte sin la obligación de parecer o el deber ser. 

Los padres/madres inmaduros que tejiendo vínculos inseguros, ambivalentes como sus hijos entrarán en una disputa agresiva que ahondará heridas y cualquier conflicto pasajero se convertirá en una relación tormentosa. 

Tenga presente que el silencio, el retraimiento o aislamiento en los adolescentes es otra manera de expresividad que ha de atenderse con sabiduría. 

¿Y que haremos ahora los padres y madres?: Acompañar y sostener la adolescencia pero si no somos capaces con la demanda de este momento es ineludible la tarea de sostenernos primero en nuestra salud mental para poder reconstruir si fuera posible un vínculo recíproco gentil, genuino y respetuoso.

Muchas veces, los enfrentamientos apasionados enredan la verdad que las partes no quieren ver. Concebir los sucesos de este momento vital como una oportunidad resiliente para re-conocerse y construir de nuevo de seguro cambiaría el rumbo.

Para finalizar el escrito de esta cavilación que continuará... les dejo un saludo especial luego de un largo periodo lejos del blog. Espero volver a conversar con ustedes en este medio más frecuentemente.

Con amor,


LILIANA CASTRO MORATO
Psicología y Educación desde lo Perinatal
Consultoría, Proyectos, Acciones, Educación.
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Bucaramanga, Colombia