El hecho de ver el TDAH como un trastorno de origen neurofisiológico y/o genético era un alivio tanto para mi como mi esposo. Eso querría decir que no lo estábamos haciendo tan mal y que podíamos liberarnos de la responsabilidad de la "infelicidad" de mi pequeño David que en el 2006 cumplía 6 años y pasaba con el ceño fruncido, se comportaba desafiante, lloraba y se mostraba poco tolerante ante cualquier negativa o frustración. La evaluación realizada mediante los cuestionarios tradicionales a padres, madres y docentes evidenciaban su desatención e impulsividad.
Dos años y medio de terapias ocupacional, de lenguaje, psicopedagogía, tenis, ajedrez, natación y todo lo que a bien nos dijeran para nuestro hijo, que tenía más agenda que un médico lo hacíamos; y como padres agotados de tanto trajín, pero todo por David.
Darle una pastilla dentro de ese proceso sería entonces luego de 3 años de estenuante intervención en la que el propio niño dijo ¡Basta! la opción y alternativa más fácil y viable para que sus conductas de desatención e impulsividad desaparecieran. Podría entonces verlo contento disfrutar de una piñata sin ser el centro de atención, iría al colegio y no me pondrían tantas quejas por su impulso y agresividad, visitaría a amigos y familiares logrando un ameno compartir, etc. Pero no, la cosa no fue tan fácil.
Dos, a pesar de haberla administrado el pequeño David seguía con conductas que interferían con el buen aprovechamiento escolar y sus relaciones sociales. Es importante resaltar que mi chico no tiene problemas de aprendizaje, es inteligente y habilidoso e ir al colegio siempre ha sido una aventura motivante para él. Fortuna para él mismo y para nosotros dentro de este proceso.
Entonces, viendo que la pastilla mágica no era tan mágica y mi interés por conocer de ella sus efectos y sus criticas. Era necesario replantear muchas cosas y así lo hice acompañada de un excelente psiquiatra y terapeuta, que permitió nuevas confrontaciones al interior de mi y de mi familia. La consigna cambio con consciencia a otra dirección y enriquecida por profesionales en la distancia ahora digo: "Si yo mejoro todos mejoraremos y disfrutaremos más en familia - esto incluye a David"... y siguiéndome mi esposo progresivamente y avanzando iniciamos el camino a la aceptación y el autoconocimiento, quitando de David la carga de toda la responsabilidad de "portarse bien" y dejando de lado la "magia" de una pastilla que realmente por sí sola no cura ni favorece nada.
Resumo algunos puntos cruciales de mi experiencia como madre, aprendizajes y desaprendizajes por continuar haciendo día a día:
Este punto es crucial, y es claro que el tratamiento psicoterapeutico de un niño menor de 10 años con síntomas como el déficit de atención e impulsividad no es para el infante sino para sus progenitores. Los apegos llamados por los especialistas como ambivalentes y desorganizados interfieren en la dinámica sana de la evolutiva del menor.
- Fortalecer la autoestima, enalteciendo más que denigrando de las capacidades, talentos, logros, esfuerzos de nuestro chico. Esto es muy importante. Hace poco David se dirigió a mi diciendo: "¿mami tu quieres que yo sea perfecto?" a lo que yo respondí espontáneamente: "Perfecto NO, esforzado SI. He valorado tu esfuerzo, tu tenacidad desde siempre, puedes apreciar todo lo que has logrado por ti, tu mismo" Mirábamos su álbum de fotos, su rostro en cada foto durante éste proceso, recordatorios y medallas.
- Desfocalizar, quitar del centro de nuestra atención, redirigir la mirada, las ocupaciones y preocupaciones de David ha sido y es sano para él y los otros hijos. Casi siempre cuando se tiene un hijo con una problemática centramos todas nuestras fuerzas y energías en "ayudarle" y eso problematiza más la situación. Recordemos que todos somos parte importante de la familia, el cónyuge y los otros hijos, hasta nosotras mismas como madres necesitamos de tiempo y mimos.
Estoy segura que hay muchos más aprendizajes y desaprendizajes por hacer y compartir con ustedes. Como madre me gozo al ver a David más libre y espontáneo, inquieto y sonriente, mas tolerante y orgulloso de sus esfuerzos y logros, y también me gozo de mis propios avances, de un Amor más sano, seguro y menos dependiente y sobreprotector para mi hijo que debe seguir desintoxicandose, me gozo de los avances en familia y seguimos trabajando en pro de todos ... Ahora cavilo hasta aquí pero de seguro seguiré enriqueciendo esta entrada con sus aportes, comentarios y luces. Un abrazo.
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