jueves, 14 de octubre de 2010

ACEPTAR Y RECONOCER QUE MALTRATATAMOS ES UN PASO HACIA EL AMOR

Una madre alterada ante la confrontación de la psicóloga expresa: !Nadie ama a mis hijos como yo! ¿como cree usted que les he maltratado alguna vez? ¡Vivo y muero por ellos!

En su discurso (sin percatarse de ello) no dejaba de loar su labor sacrificada en pro del bienestar de sus hijos, a costa de su propia realización personal.

Sin embargo, la mirada de aquellos infantes en especial de uno de ellos, no reflejaba la fuerza, la confianza y el brillo que brindaría un vínculo afectuoso y sostenedor con una madre, como ésta se dibujaba. Todo lo contrario, en aquel rostro había una mirada resentida, desconfiada y fría.

Aquella madre acaso: ¿mentía premeditadamente ocultando el maltrato que ejercía a sus menores hijos?, ¿se engañaba a si misma, presa de sus propios miedos y necesidades narcisistas? ¿neuróticamente presa se revolcaba sin saberlo en sus propios conflictos y culpas desplazando en sus hijos su dolorosa carga?

Que bien haría a nuestros infantes que dejáramos de defendernos y mostrarnos como seres provistos de verdades y razones, protegidos por Dios aún en nuestras equivocaciones. Y nos aceptáramos como seres imperfectos y con carencias, que desean hacer lo mejor pero en el camino tropezamos aún con nuestros propios demonios.

Cuando ello no pasa, y el padre o la madre vestida de egocentrismo se muestra Madre/Padre Perfecto, el maltrato y el abuso se pasean elegantemente por el "hogar".

El maltrato natural e imperceptible se solapa con la educación, las exigencias, los gritos, la cantaleta, el desprecio, la indiferencia, la negligencia, la discriminación, el abandono y/o la correa merecida por la mala conducta, entre otros maltratos.

Es urgente DESPERTAR! Que nuestros hijos e hijas sepan nuestros defectos es nuestra mayor virtud.

Ser conscientes y aceptar el maltrato es sin duda avanzar hacia el verdadero amor, ese que construye y no destruye. Ese que propende por el crecimiento del otro y no aliena o enajena.

Ese que no somete sino que permite la libertad. Un amor que acepta al otro sin condiciones.

Es urgente una mejor manera de amar y educar.

5 comentarios:

✙Eurice✙ dijo...

Hay que educar con respeto Eso de la letra con sangre etc...no es valido
Saludos!

Juankmu dijo...

Y no sólo educar con respeto, sino también saber diferenciar la firmeza del maltrato. Una cosa es que uno se ponga a pegarles a los hijos como si fueran bueyes, y otra es mimarlos y complacerles los caprichos como si no hubiera un mañana.

El Coru dijo...

Sigo la línea de Juankmu

Es muy cierto eso de mostrarse "humano" con los hijos: mostrar defectos y virtudes... Y entre ellos saber decir "no puedo" y saber decir "no"...

A veces veo padres que con tal de satisfacer en un todo a sus hijos laburan mil horas fuera de casa, le compran cuanta ñaña el niño quiera, se sacrifican -sin mostrarlo- y privan a la criatura de lo más válido que pueden brindarle: su propia presencia.

Dentro de la educación amorosa también entran los límites calculo, el saber decir no y plantarse. Muchas veces los padres temen mostrar que tienen alma, y se dejan pegar, se dejan maltratar... así ves padres que terminan en la calle con el pibe metiéndole el dedo en el ojo, en la nariz, tirándole el pelo...

Muchas otras veces los padres se muestran hiperpresentes poniendo la capa frente a cualquier charco sin dejar que se mojen, sin permitir que se equivoquen, encorsetándolo...

la pregunta después de tanto comentario mío: ¿cuál es el punto justo?

Psic. Liliana Castro Morato dijo...

Bienvenido El Coru a mi blog. Y saludos a Eurice y Juankmu. El afecto que sentimos hacia nuestros hijos no debe limitar a los padres para hablar con firmeza, poner limites y decir NO. La tarea de los progenitores es precisamente esa, la de sostener y adecuar el camino. Lo que comenta El Coru es muy cierto, con tristeza vemos escenas donde son los pequeños los que parecen tener el control,sin llegar a maltratar los padres y madres que han desarrollado canales de comunicación adecuados con pautas claras no llegaran a esos extremos. Pero bien han escrito cuando dicen, los padres ausentes por circunstancias laborales o afectivas compensan insconscientemente brindando cosas materiales y sobreprotegiendo, pero es precisamente la sobreprotección una forma de maltrato.

paso a paso dijo...

MUY BUENO Y BIEN EXPRESADO LILIANA FELICIDADES, UN BESOTE, CUIDATE. EL MUNDO TIENE QUE CAMBIAR YA !!!!!