La creencia que lo doméstico es femenino y lo público es masculino es una practica que sobrecarga a la mujer, una violencia invisible y silenciada por la cultura en donde se abusa de la capacidad femenina de cuidado, de su espacio y de su tiempo.
Las mujeres trabajan en la atención del hogar y de los hijos e hijas si ser reconocidas de ninguna manera como aportantes de la economía de la casa y en general de la economía social. Nadie "paga" y no solo un justo salario por su ocupación de más de 12 horas diarias sino con el reconocimiento del mismo de la voz de quienes se sirven de ella.
Historias de maltrato silencioso y común, de hombres que justificando su rol de proveedores económicos humillan y se desentienden de colaborar en sencillas tareas cotidianas y la crianza de sus hijos e hijas.
Lo doméstico no precisa al genero femenino sino a ambos género, a todos los que ocupan un hogar, dando a la mujer un espacio para ella y un tiempo para ella.
Los hombres en promedio tienen quizás mas tiempo libre que las mujeres (a costa de ellas). Sus horarios ocupacionales se limitan a su espacio laboral y descansan "merecidamente" sus tiempos: al llegar a casa luego de su jornada, domingos y festivos.
¿Podríamos decir lo mismo de las mujeres que trabajan? La doble jornada para este grupo de mujeres es evidente, aún muchas se levantan antes de ir a laborar para dejar hecho desayunos y almuerzos, además de dejar en "orden" cada cosa para que el otro o los otros que la rodean se desenvuelvan y disfruten de sus servicios.
¿Y el dinero que ganan? Se observa aún como muchos hombres utilizan micro estrategias para monopolizar el uso o las decisiones sobre el dinero que aún ellas mismas ganan.
Unos dejan de aportar o minimizan los aportes en los gastos del hogar con el supuesto de que si trabajan y ganan dinero los gastos deben ser divididos entre los dos. Aun así, las tareas domésticas, el cuidado y crianza de los hijos no es tan equitativo.
Se observa también la manipulación emocional, la intimidación sobre el supuesto de que la mujer que trabaja es más infiel. Por tanto inician evidentes conductas de celos y control, también abusos solapados y manipulativos que culpabilizan a la mujer de desatender a sus hijos y su marido.
"Estoy enfermo y ya no estás para cuidarme", "los niños te necesitan, deben alimentarse a horas y ya no estás en casa para ello", "deseaba una madre para mis hijos".... discursos con una forma solapada de culpabilización y exigencia no verbal sin dialogo sincero, conciliador y respetuoso de los derechos, necesidades y responsabilidades de ambas partes.
Y celebramos con la boca llena el día de la madre, la mujer, etc... Tanto para restaurar en este camino.
En buena hora, las nuevas masculinidades dan apertura a la esperanza de una cuidadanía equitativa donde ambos géneros se hacen responsables de cuidados y oficios domésticos. Hombres más abiertos, libres, dispuestos a dar en lo afectivo no solo para si, sino para su compañera, familia e hijos/as. Gracias a ellos, a sus padres y madres que muy seguramente se alejaron de las crianzas patriarcales por excelencia.
Para finalizar la cavilación presente y continuar,
...creo que darnos cuenta de las violencias invisibles que rodean la vida de mujeres (como de hombres) es un paso para ver, mas no para erradicar el mal trato. Solo el autoconocimiento, el amor propio y la dignificación de cada ser humano, haciéndose responsable de si y valiente frente a su propia historia podrá sacarlo del circulo de violencias que rodea su vida. Si no pasa esto, salimos simplemente de una para estar en otra. Un círculo que perpetuamos desde nuestra débil y fracturada dignidad. Gracias por seguir mis cavilaciones.
Liliana Castro Morato
Psicóloga en Servicios Profesionales para la Salud Primal y el Bienestar Humano
Página web: http://saludprimalybienesta.wix.com/servicios
Contacto: 3007253852
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