SEGUNDA EDICION.
Algo me inquieta y lo quiero abiertamente expresar, respetándo a todos los profesionales de la Salud , más no admirándolos a todos.
Participo de toda reflexión y cuestionamiento al desmejoramiento de la salud de los colombianos. A todos los compatriotas que marcharon el 6 de febrero y que seguirán marchando en beneficio de la atención en salud mis afectos sinceros.
Me llamo mucho la atención la pancarta que ilustra la foto: "Queremos médicos, no digitadores, ni francotiradores".
Propongo una reflexión más particular, sobre el hacer médico y de todo hacer que participe e intervenga en la salud del ser humano; y ésto no tiene nada que ver con el Presidente Alvaro Uribe y sus nuevas propuestas.
Tiene que ver con el ser que vive y siente detrás de una bata blanca, y atiende a otros seres que como él viven y sienten.
Entiendo que los lineamientos políticos y toda aquella normativa que nos dice lo que debemos hacer o no hacer, algunas veces limita el deseo y las competencias de quien ingresó enamorado a la universidad, lleno de sentimiento sobre "salvar vidas", "curar", quizás ser otro "Patch Adams", de quién se trasnochó, sorteó y superó aquella crisis emocional del estudiante universitario, cumplió con todos los requisitos académicos y luego de obtener su titulo como Profesional de la salud, lucha por un posicionamiento laboral, se enfrenta a salarios de muerte y sigue esforzándose para especializarse, etc... y ahora más lineamientos ... y todo aquello de servir con humanidad a la humanidad se queda atrás; tanto así, que entramos en la programación del sistema sin darnos cuenta.
El humanismo médico con sus principios rectores y éticos se debilita, se pierde. Y con el respeto que merecen los pocos profesionales que iluminan su ocupación aún con tales principios vitales, muchos médicos y otros profesionales de la salud están haciendo de la pancarta antes mencionada una realidad aún sin regir los Decretos de Emergencia Social 2.010.
Trastornos psicosomáticos, somatomorfos, facticios, ficticios, ansiedades y todas sus derivadas, a doquier, llenan nuestras salas hospitalarias; pero frecuentemente sucede que un muerto abre la puerta del consultorio para hacer seguir a otro, seres vacíos tratando de curar a otros como ellos, zombis que miran zombis como refiere el psicoterapeuta español Jose Luis Cano en su blog. Enfermedades reales que son atendidas sin el profundo respeto por la vida y por el dolor ajeno. Como tituló Juliana de Laurel en el periódico El Tiempo: "Cuando el médico resulta peor que la enfermedad (primera entrega)" hay que hacerse cuestionamientos más profundos.
Por eso, llamo la atención no al médico, no al profesional de la salud llamese también enfermera, psicólogo, especialistas; sino al ser humano que esta detrás de cada uno de ellos.
Como bien, lo escribió F. Escardó en el Libro EL ALMA DEL MEDICO: "la medida del médico (acuño, profesional de la salud) es exacta e inextensiblemente la del hombre (tu y yo) quien lo reside, de ésta unidad inexcusable nace la valoración de cada médico singular"
No hay excusa entonces, para seguir siendo digitadores, mucho menos francotiradores de la vida misma. Con decretos de emergencia o no, con el presidente Uribe o sin él, hacer una introspección es una gran necesidad.
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