La mayoría de las personas criadas en esta sociedad adulto céntrica están mas educadas para el desapego y la disociación afectiva que desde la empatía y la vinculación afectiva.
Y preguntan a menudo padres y madres: ¿Cómo restaurar esto y ser un buen padre o buena madre?
Una pregunta que denota lo preparados que estamos para buscar AFUERA la valía, el goce, la dirección y el reconocimiento que auténticamente solo encontramos DENTRO cuando podemos "vernos" como un ser humano (ni bueno ni malo) con una historia impresa de circunstancias que deben ser re-conocidas para comprenderlas y avanzar hacia el crecimiento personal que será la base segura para que hijos e hijas crezcan rodeados de más luces que sombras.
¿Y el apego?
El apego no se aprende en una clase de psicología humana, el apego fluye cuando dejamos el rastre de nuestros abandonos y heridas. Y esto requiere, en muchas ocasiones de acompañamiento psicoterapéutico y valentía.
Los maltratos físicos son fáciles de observar en el cuerpo pero hay otros maltratos que el propio herido ni siquiera reconoce, pues el dolor al reconocerlos es más intenso.
Es el caso de las deprivaciones afectivas...esa pérdida de afecto lenta y cotidiana, el enfriamiento del amor que extingue progresivamente la humanidad que nos habita convirtiéndonos día a día en seres crueles y robots.
Así, muchos adultos vivimos la sexualidad con una parte de nuestro cuerpo (sexo coital), pocos la pueden vivenciar a plenitud despojándose de las corazas afectivas con las que fuimos criados y educados; corazas que limitan la expresión de los sentimientos, las emociones, la entrega, el goce y el recibir del otro con alegría lo que merecemos.
Y con estas corazas y todas sus defensas, creemos vivir la sexualidad pero quizás solo tenemos sexo y procreamos!!!
Somos presos de nuestras limitaciones afectivas, así llegan a nuestras vidas esos bebés, niños y niñas deseosos de piel, de ser atendidos, de ser cargados, de ser besados, sostenidos, amamantados, escuchados!!! Y simplemente no podemos.
Pero nos hacemos los sordos ante nuestro propio llanto y encontramos argumentos en la psicología conductual y en sus adiestramientos para no "ver", no "sentir", no "escuchar", no "disponernos a la entrega"
(suspiro)
¿Entonces?
SIENTE.
Habrá que detenerse para sentir y llorar la niña o el niño abandonado que habita en ti. Un niño/niña que acorazado/a se ha defendido toda la vida.
Logrando este primer paso de libertad, autonomía y consciencia podrás progresivamente disfrutar sin miedos el compartir y ser base segura para otro ser humano rompiendo esta cadena de indiferencia ante el otro.
Nada fácil.
Hay más para cavilar.... Un saludo desde aquí.
Hay más para cavilar.... Un saludo desde aquí.
LILIANA CASTRO MORATO
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