Nueva edición: 27 de agosto del 2015
Confieso que he respirado profundo para escribir estas lineas pero luego de mas de 11 años y hoy 15 años después, logró hacerlo con tranquilidad y decisión.
Soy madre de una niña y dos niños, sus ojos son el espejo de mis sentimientos por ello al mirarlos día a día, hago consciencia de lo importante que es
mi salud emocional sobre su vida, sobre su historia. Pero no siempre fue así....
Saco la base de los recuerdos del momento más díficil de mi vida; pues mi primera experiencia maternal no fue tan grata como lo hubiera deseado; en solitario luego de la agresión e indiferencia de quien había compartido conmigo la concepción, llena de rabia y desilusión recibí la noticia de ser por primera vez madre frente a cuatro especialistas de cardiología electrofisiológica que a unas pocas horas pretendían iniciarme la ablación de haz anómalos que provocaban lo que ellos denominaban "muerte súbita" causado por un
Wolf Parkinson White que me dejaba muy mal parada en aquel entonces, era febrero del año 2000.
Como pueden analizar a mis 29 años llena de logros académicos y profesionales pero sin la compañía de la consciencia despierta, ni la madurez que hoy me acompaña me hice "madre"; fue entonces la familia, mis mejores amigos, el obstetra, el cardiólogo y recursos subyacentes dentro de mi que desconocía los que aportaron ese sostén que no me permitió derrumbarme.
Asumir la maternidad me costó superar mi propio dolor y equipararme de amor propio - el suficiente para iluminar el bebé que crecía dentro de mi. Y tomar la decisión de Ser Madre.
El primer trimestre fue muy díficil pero la calidez humana de mi médico ginecólogo me permitieron "ver y sentir" a mi hijo no como "el producto " de una relación sino como un "ser humano" que crecía dentro de mi y que esperábamos llegará a buen término dada las condiciones fisiológicas que me acontecían en aquel entonces.
A ese Querido Obstetra mis agradecimientos y mis afectos por siempre. Tuve suerte de tenerlo y de haber sido mirada en sus ojos como un ser humano y no como una cliente de sus servicios profesionales a la que debía seguir con protocolos y meros controles.
Recuerdo que al tercer mes de embarazo en su compañía conocí a mi hijo, "míralo Liliana, está dentro de ti... su manita acaricia su cabeza, ya está formado y siente lo que tu sientes, él te conoce como nadie, él sabe lo que sientes, él entiende tu dolor ..." Ya no se escapan las lágrimas pero se siente cierta nostalgia recordar sus palabras, aquellas que me hicieron despertar del horror de estar en la cárcel del dolor emocional, una cárcel en la que estaba apresando a mi hijo, que no había nacido!
Mi Médico Gineco-obstetra me acompañó en todo ese tramo del camino, fue un amigo que orientaba mi condición especial de alto riesgo por la complicación cardiaca que mes tras mes al crecimiento de mi bebé se manifestaba, pero de seguro el mas grave riesgo había cedido cuando con su sabia orientación pude aceptar y decidir amar el primer fruto de mi vientre.
Lejos de quien me habia asesorado por 6 meses, fuí remitida a otra ciudad - la que hoy me acoge - allí nació mi primer hijo, muy delicado de salud, prematuro, alojado en una incubadora por 11 días lejos de mi seno, lleno de sondas, con horarios de visita, sometido a rigores protocolarios deshumanizados... fueron muy duros esos momentos, sabia poco sobre los derechos del nacimiento y no reconocía la violencia obstétrica, tenía miedo y comenzó la batalla interior con la sombra de la culpa y la rabia de sentirme abandonada, sola e incapaz.
En ese hospital de Cañaveral en Floridablanca, los discursos violentaban, denigraban; desde el portero hasta el equipo médico. Frases maltratadoras como ésta: "si usted no tiene marido no es nuestra culpa, debe venir cesareada o como sea a ver a su bebé en los horarios establecidos"
Llovía y a 3 días de una cesárea en la que supuestamente cuidaron mi corazón, debía recorrer en un taxi desde la distancia de Real de Minas a Cañaveral para ingresar a las 7 am, 2 pm y 5 pm a ver a mi pequeño hijo en la unidad de cuidados neonatales por 30 minutos. Sin ninguna consideración y en pleno proceso de recuperación de la cirugía quirúrgica.... por 11 días cada día sin dejar ingresar a ningún familiar porque solo era su padre o yo... era el protocolo.
Pero se fueron ganando progresivamente algunas batallas con la adversidad, mi niño salia adelante, logré lactarlo por algunos meses y su sonrisa siempre fue y es el mejor regalo. la culpa fue cediendo poco a poco, el amor espontáneo abrió su paso en la cotidianidad que cada día tenia una demanda. Una demanda que se enfrentaba con mi psiquis y mi competencia parental.
Quizás ahora que abro este baúl con fragmentos de mi vida te sorprendas de esta parte de mi historia, pero creo que esta experiencia ha dado un matiz a mi vida personal y profesional que luego del tiempo de estos años logro ver y entender.
Siempre hay un hilo que subyace en la vinculación madre e hijo, verlo es fundamental para avanzar y lograr bienestar de y entre ambos.
Y fuí nuevamente madre cuatro años después, con 34 años mas clara, tranquila, decidida y gozosa tanto que la vida me dió una hija preciosa. Acompañada y compartiendo ese proceso con mi pareja y con mi primer hijo.
Me capacitaba mes a mes de lo que acontecía en el crecimiento de mi bebé; me lo disfruté cada día, la verdad poco visité al gineco-obstetra (salvo el control de rigor) sentía que podía parir, sin embargo un dolor repentino vesicular atacó mi cuerpo y supongo que mis antecedentes y el nuevo evento me condenaron a una segunda cesárea.
Si la información del especialista es clara, la mujer podrá participar de la decisión de cómo alumbrará sus críos y sin duda, hay casos especiales - creo que yo lo era-. Ahora bien, lo más importante es que la CORAZA derretida por el placer y el disfrute familiar, me dio la oportunidad de seguir creSiendo y compartiendo con mi tribu.
Y cuatro años más tarde, a mis 38 primaveras llegó mi bello remolino y bueno, aqui andamos: somos 5! Despertando cada día y sembrando en un camino más claro adentro para los mios y en consecuencia, para los ajenos. .
Estoy convencida luego de mis aprendizajes que aquel refrán "nadie le enseña a ser a uno padre/madre" no debe ser excusa para no prepararnos para serlo o NO serlo.
Siempre los hijos activaran los aspectos "ocultos" de nuestra psique, pero antes de ser padres o madres deberiamos propiciar un primer encuentro con esos sentimientos y con la propia historia, para que no sean los chiquillos los que reciban la catarsis total de nuestras frustraciones.
La maternidad es un dar constante y la fuente inagotable es la salud emocional que subyace dentro de nosotras, esa que solo se sustenta del amor, la valía propia y la consciencia.
Hace bien rodearse de gente valiosa y con calidad humana. Una mujer apoyada y acompañada podrá brindar mejores brazos.
El empoderamiento de la mujer no debe ser para demostrarle al otro género ni a la sociedad lo que puede hacer ni lo mucho que vale, sino para el disfrute de su propia y exclusiva naturaleza indudable pilar del bienestar social.
Gracias por leer mis cavilaciones y permitirme compartir un fragmento de mi vida y mi corazón. A todas las mujeres madres conscientes el mejor de los días de todos los días de su labor maternal.
Y a los hombres que se emPAPAn de su rol para hacerse cargo de su historia, sus acciones y decisiones mi respeto.
Yo sigo creSiendo, un proceso adentro que no cesa con los años, y compartiendo en mis Servicios Profesionales.
Buen día y felicidades a padres, madres y criaturas.
LILIANA CASTRO MORATO
Servicios Profesionales para la Salud Primal y el Bienestar Humano
Psicología y educación desde lo Perinatal y en cada momento vital.
Contacto:
saludprimalybienestarhumano@gmail.com
Móvil 300 725 3852 Bucaramanga, Colombia