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lunes, 1 de marzo de 2010

DEJAD LA OMNIPOTENCIA A DIOS.

La omnipotencia, rasgo narcisista infantil prevalece en el pensar y sentir de la mayoría de los seres humanos.

Dicha "defensa" fortalecida por la inteligencia y los diferentes mecanismos psíquicos como por ejemplo: la negación y la racionalización, permiten al hombre y a la mujer darse cualquier cantidad de argumentos para negar la dependencia y la necesidad humana de reconocer la Fuente de todo Amor: DIOS.

Desde el vientre de la madre (Nirvana prenatal) y hasta casi llegar los 3 años o durante t o d a la vida... se transita por el proceso de la separación/individuación que Margaret Mahler expuso en su teoría en 1975, todo éste transitar acompañado de omnipotencia ( no reconocimiento del otro y de su ayuda), narcisismo, egocentrismo y agresividad, progresivamente y de la mano de un ambiente que favorezca la confianza, autonomía y el desarrollo de las propias características individuales lograrían acercar a un individuo a la madurez emocional en donde se rompe el cascarón y se reconoce al otro - la madre o persona significativa - como el que satisface las necesidades tanto fisiológicas como emocionales y se posibilite el disfrute de DAR Y RECIBIR.

Desde éste punto de vista, entiendo y me identifico con el amor maduro que expone Jorge Bucay en su poema.

No obstante, la mayoría de las personas no amamos así; seguimos orientando nuestro vivir y nuestras relaciones con narcisismo y omnipotencia, o sometiéndonos a éstos dos amos psíquicos en nuestros vínculos.

Ahora, el no reconocer la necesidad del otro y su afecto, y no disfrutar del amor maduro, genera ansiedades y temores de pérdida, de abandono y sus variables. Poco consientes de ello, compensamos ese vacío que produce el desamor hacia sí y hacía los demás, sumergiéndonos entre otras conductas y actitudes, en el consumismo compulsivo y en una vida neurótica sin avances hacia la gratificación del dar y recibir, o agredimos pues es más fácil ésto que amar.

Sucumbimos en el "afecto"(¿?) virtual, el sexo virtual, el alcohol, las drogodependencias, las ludopatías, el autoerotismo compulsivo y otras conductas donde anulamos al otro de forma inconsciente y patológica.

Ahora bien, avanzar hacia la madurez emocional implicaría el goce del dar y recibir, y el reconocimiento de la Fuente del Amor, aceptar a DIOS y permitir ser rodeado de su amor incondicional da valía, repara, sana y construye pilares inamovibles de salud mental y libertad espiritual.

No es necesario sufrir una enfermedad terminal o enfrentar una situación de dolor y catástrofe para reconocer nuestra condición fínita y rendirnos en la intimidad frente al Omnipotente. No os escribo sobre religiones ni moralidad sino de intimidad con el Creador.

Psicología y relación con el Creador no son excluyentes. Porque en el Amor no hay exclusión de personas, hay aceptación y restauración de sí mismo y de los otros.

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